Puede parecer que me quejo mucho de mi tierra. Como si nada de lo que tenga Andalucía o Sevilla me guste, y no es para nada eso. Me encanta Sevilla, Andalucía, el ambiente, la gente, y en gran medida sus tradiciones, aunque conforme pasa el tiempo prefiero eliminar el carácter religioso de las mismas, que suele ser a veces y a mi parecer excesivo. En cuestión de moda y estilo, debo hacer una aclaración para establecer mi opinión: hay que distinguir entre la ropa de fiestas y la de diario. Por fiestas me refiero a las fiestas tradicionales: Semana Santa y Feria. Y claramente nos referimos siempre a la mujer. El hombre, como suele ser habitual en estas cuestiones, se queda aparte de manera insulsa.
Para mí las mujeres del sur, por término medio, saben vestirse mejor, son más detallistas para las fiestas que a diario, entendiendo por término medio lo que podemos ver por la calle todos los días, y siendo conscientes que hay personas que se visten de manera cuidadosa todos los días y otras que no prestan atención a este aspecto.
Cuando son fiestas, (y otra vez hago la aclaración en que me refiero a fiestas tradicionales, y no a un sábado por la noche o a Nochevieja), sales a la calle y ves a mujeres extremadamente bien arregladas con una esencia muy típica de la tierra. En Semana Santa, el Jueves Santo, van sobriamente vestidas de negro, con la peineta o teja, la mantilla bordada, la cartera en la mano y los guantes de encaje.
Y cuando es Feria, la gran mayoría se viste con el traje de flamenca y con todos sus complementos. En los últimos 15 años se ha ido potenciando esto, ya que en los noventa empezó a dejar de ser tan común vestirse con el traje típico. Porque recordemos que el traje de flamenca no es más que un traje regional, y el único que evoluciona con el tiempo.
Esta peculiaridad puede parecer que, en parte, se pierda la identidad o las raíces sobre las que se crea el vestido, pero aporta, sin embargo, algo mucho más valioso, y es que al cambiar con el tiempo, permite adaptarse mejor a la gente, a las mujeres que se visten con ellos, y que al hacerlo no sienten que están disfrazadas con algo de otra época, ajeno totalmente a ellas.
Esta peculiaridad puede parecer que, en parte, se pierda la identidad o las raíces sobre las que se crea el vestido, pero aporta, sin embargo, algo mucho más valioso, y es que al cambiar con el tiempo, permite adaptarse mejor a la gente, a las mujeres que se visten con ellos, y que al hacerlo no sienten que están disfrazadas con algo de otra época, ajeno totalmente a ellas.
Laura Sáchez - Desfile de Vicky Martín Berrocal SIMOF 2007
Este auge de los trajes de flamenca es tan importante en Andalucía, que en 1995 se creó el Salón Internacional de Moda Flamenca (SIMOF). Lo de internacional sigue pareciéndome algo extraño, por una parte no veo el carácter internacional a este traje, no es normal que se vista incluso fuera de Andalucía, aunque por otra podemos considerar el Salón como un escaparate para mercados extranjeros interesados en la cultura andaluza, como pueden ser los mercados asiáticos. En SIMOF los creadores muestran sus diseños que enmarcan las tendencias para cada temporada, que en este sector es de un año completo.
No es porque sea el traje típico de mi tierra, pero por su especial diseño, el corte, los volantes y demás detalles, es un traje muy favorecedor para la mujer.
Desfile de Vicky Martín Berrocal SIMOF 2011
Sin embargo no puedo estar tan de acuerdo con el estilo diario. Entiendo que todos los días no se puede llevar todo hasta el mínimo detalle, y que los estudios, el trabajo o la vida cotidiana, limitan que una persona pueda estar tan atenta a la ropa, pero no me refiero a esto. Dejando a un lado la ropa característica de Semana Santa, que es clásica y casi invariable, y si hacemos una comparativa entre el estilo de los trajes de flamenca y el de la ropa de diario, lo que no entiendo es cómo puede evolucionar tanto el primero, con modificaciones relativamente drásticas cada año (largura del vestido, volantes, mangas, estampados, flecos, flores, complementos, etc) y cómo las mujeres se adaptan fácilmente a ellos; pero sin empargo no está tan dispuestas a adoptar tantos cambios en la ropa normal, les cuesta más y tarda en implantarse una tendencia o lo hace más tarde que en otros sitios. Y esto no es sólo cosa exclusiva en el mercado femenino, sino del masculino también.
Con esto no critico a los andaluces, ya que gran parte de la culpa la tienen las empresas de moda. Es más, me gusta mucho el carácter propio que le da la gente a las tendencias, y no querría vivir en una ciudad donde esto no ocurriera. Aunque sí me gustaría ver más a menudo la capacidad de innovación y el riesgo que se observa en la moda flamenca. Ya que en la moda, lo nuevo en el momento en que se crea, siempre nos hace estar mejor.